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lunes, 2 de febrero de 2009

Constelaciones Familiares y Tarot: su potencial para el descondicionamiento de la conducta.

Este artículo intenta presentar una nueva herramienta de autodesarrollo, llamada por ahora “Constelaciones de tarot”, que esperamos resulte útil para trabajar problemas relacionados con pautas de conducta indeseadas.

El criterio básico de elaboración de la problemática es la conciliación de partes y el bienestar del sistema constelado, el modo de evaluación es la manifestación explícita de los representantes de la constelación respecto de su estado.


Tomamos las siguientes premisas:


-la conducta humana es susceptible de condicionamientos involuntarios, generados por multitud de factores (eventos traumáticos de la historia personal, carencias, faltas de información o desarrollo de ciertos aspectos psíquicos).

- estos condicionamientos se relacionan directamente con los marcos cognitivos o referenciales de la persona, determinando sus creencias y sentimientos íntimos acerca de la vida y sus diferentes aspectos y llegando incluso a pautar patrones compulsivos de conducta, sobre los que el individuo no tiene control: cuando se dispara el patrón de conducta, la capacidad del libre albedrío, y por lo tanto de respuesta adecuada a las exigencias de la realidad que la persona pueda manifestar, se reducen. Lo mismo ocurre cuando la persona interpreta la realidad desde un marco referencial inadecuado
Asumimos que una capacidad mermada de respuesta a la realidad, es indeseable.

- estos marcos referenciales suelen estar en su mayor parte depositados por debajo de la conciencia y la capacidad crítica del individuo, resultándole invisibles e inaccesibles, y por lo tanto inmodificables a menos que se dedique a una reflexión e introspección profunda y, en muchos casos, aún así.
Asumimos que es deseable lograr el acceso necesario a estos marcos referenciales para que la persona pueda reelaborarlos de ser necesario.

- Hay, en lo profundo del inconciente o del organismo psíquico, una tendencia autónoma que, bajo condiciones adecuadas, permite a la psique curarse a sí misma, de la misma forma en que el cuerpo orgánico se autorrepara naturalmente.


Descripción de los hechos hasta la fecha:


Tras más de un un año de participar de diferentes grupos de terapia de constelaciones familiares, puedo atestiguar que es un hecho empírico lo suficientemente regular y consistente como para que sea razonable esperar que ocurra, en ciertas condiciones, que información perteneciente a la problemática de una persona y residente en su sub e inconciente, emerja en la conciencia de otra persona.
Esto ocurre siempre que se junte un mínimo de individuos, sin necesidad de que tengan habilidades paranormales destacables pero con la intención honesta de permitir que suceda, y enfrentar las consecuencias que son, simplemente, el enterarse de cosas que hasta el momento permanecían relegadas al sub e inconciente.

Es premisa del trabajo de constelaciones familiares que ciertos condicionamientos de la conducta, delimitados por el marco referencial de la persona, se forman en las experiencias primarias del individuo con su familia y que, por lo tanto, trabajando las relaciones de la persona con la familia, se trabajan también las proyecciones metafóricas de dichas relaciones: a través de la relación entre padre y madre, por ejemplo, el consultante puede trabajar sus propios modelos de pareja, lo que busca y cómo lo busca en las relaciones que establece.

La dinámica regular de este trabajo consiste en que la persona que quiere resolver una problemática pide a otros integrantes del encuentro, según indicaciones brindadas por el coordinador, que “representen” a la persona misma y/o a los miembros de su sistema familiar, asignando los roles que se suponen conflictivos (padre, madre, etc).

A partir de ese momento, las personas que acceden a “representar” el sistema familiar del consultante experimentan la aparición de sensaciones, emociones e ideas que se corresponden con el sentir emocional y anímico de dicho sistema: la persona que representa al padre del consultante, por ejemplo, puede manifestarse, al ser interrogado acerca de su estado, como “enojado”, “triste”, “tranquilo”, etc.

Este sentir está vinculado al sentir de la persona representada, el consultante, y de sus proyecciones sobre el resto del sistema constelado: lo que el consultante vivió como el sentir de su padre respecto de la relación mutua y se conformó subconcientemente como el marco referencial sobre ese aspecto de la relación es lo que, por medios aún no determinados, aparece en la conciencia de la persona que se presta como representante, y es así expresado, manifestado a la conciencia del consultante.

La emergencia de esta información a la conciencia tiene, regularmente, consecuencias transformadoras en la conducta del consultante respecto de su problemática.
Básicamente porque la persona tiene así la oportunidad de percibir y comenzar a re elaborar los marcos y límites de sus propias creencias y sentimientos respecto del tema consultado, pudiendo afrontar la tarea, en caso de ser necesario, de deshacer condicionamientos y pautas de conducta compulsivas, inadecuadas o insuficientes.
Esta reelaboración ocurre mayormente a nivel subconsciente, pero parece ser necesario que, primero, la información importante pase por la conciencia del consultante, para luego ser “trabajada” por su psique subconsciente.

Habitualmente, parte de este trabajo de re elaboración se hace en torno al intento de conciliación entre las partes del sistema en conflicto, dentro de la misma sesión.

Está aún por experimentarse si esta información necesita, para emerger, una estructura simbólica que le dé forma, o no. Pero independientemente de que los contenidos del inconciente necesiten una estructura simbólica para manifestarse, los investigadores sí la necesitamos para interpretar estos contenidos.

Las experiencias realizadas hasta la fecha han sido todas en el marco de terapia de constelaciones familiares, donde se codifica la información emergente en patrones propios de la estructura familiar, aunque con un alto grado de apertura a la abstracción, y dos experimentales, usando como código los arcanos mayores del tarot, mazo Rider.

A partir de la experiencia en talleres de constelaciones familiares de ver asignaciones de roles abstractos (por ejemplo, de representar “el desorden alimenticio” de una familia), surge la idea de intentar asignar, en vez de roles familiares, roles arquetípicos.

Esta vez, partimos de la premisa de que los Arcanos Mayores del tarot (mazo Rider), representan efectivamente metáforas funcionales de los componentes del sistema psíquico de cualquier persona y que, por lo tanto, al aplicarle la misma dinámica de flujo de información del sistema de constelaciones familiares, el “representante” canaliza información, no esta vez sobre el estado de los diferentes roles del sistema familiar del consultante, sino sobre el estado de los diferentes componentes de su sistema psíquico respecto de la problemática consultada.
Para una descripción más detallada de una sesión regular, ver acá.

La posibilidad que se abre es la de mediar las relaciones entre partes manifestadas en pro de la conciliación, según el método del sistema de constelaciones familiares y lo que vaya surgiendo como posible, necesario y efectivo.

Las consecuencias de la emergencia de información en estas condiciones están aún a la espera de testimonios de los participantes de las experiencias ya realizadas, que están siendo compilados para su estudio a la fecha de publicación de este artículo.
Pero ya se puede afirmar que la emergencia en sí ocurre, y que aparentemente sí se corresponde con los contenidos conceptuales de los arcanos.

La expectativa al respecto es que, si se cumple la premisa de que los arcanos mayores representen efectivamente componentes significativos de la psiquis humana genérica, la emergencia de información pueda ser codificada de manera inteligible y tratada en apoyo de la elaboración de sus contenidos, brindando una herramienta útil para el descondicionamiento de la conducta.

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